Me gusta pensar que la vida es como un río

Ese río es una unidad, compuesta por trillones y trillones de gotitas.

Nosotros somos una gotita más. Y vamos fluyendo fusionada a las gotas vecinas. 

Esas otras gotas son nuestros padres, nuestros abuelos, nuestros hermanos, amigos. La gente con quien compartimos el día a día en distintos momentos de nuestras vidas.

Muchas veces, junto las gotas cercanas, caemos en sectores empedrados, a la orilla del río. Y nos convertimos también en una gota que no se mueve, dentro de un conjunto de gotas absolutamente estáticas (y mal olientes). Y a veces esto sucede por generaciones y generaciones. Clanes enteros de gotas y gotitas, totalmente fusionadas, estancadas en el mismo lugar, oliendo feo.

Quiero ser muy sincera: si estás enamorada del fétido aroma del agua estancada, seguramente hay poco que yo pueda hacer por vos. 

He conocido personas que están tan apegadas a su propio aroma a muerte, que lo único que quieren es expandirlo a las demás gotas. Y convertir al río entero en un cuerpo de agua maloliente. 

He llegado a la conclusión, después de muchas y arduas experiencias, de que es casi imposible sacarlas de ese paradigma y sus pantanos. 

Bert Hellinger lo sabía mejor que yo. Por eso desde él principio impuso algunas exigencias. 

Él fue un gran maestro. Sabía muy bien de que hablaba.

Decía que para que una constelación funcione, la persona tiene que estar en un estado mental especial: una posición mental que él llama EL ADULTO. Tiene que estar dispuesta a tomar decisiones. Y tiene que entender que una decisión implica una renuncia, siempre.

Algunas personas, aunque hayamos nacido en lo más profundo del agua estancada, sentimos que no encajamos. Sentimos que pertenecemos a otro lugar, y nos deslumbramos, nos encendemos y nos llenamos de admiración por las gotas que vertiginosamente circulan por el medio del río. 

Si vos sos de ese tipo de personas, hay mucho que yo puedo hacer por vos. 

Pero si sos de las otras, las que se llenan de rabia y buscan desacreditar a las gotas vertiginosas, no creo que quiera trabajar con vos, sinceramente.

No me gusta renegar. La vida es muy bella y muy corta. Hay que disfrutarla. Rodearse de personas preciosas.

Todos tenemos derecho a equivocarnos. Y a  veces hacen falta muchos años y muchos golpes para decir: "basta, la verdad que nunca me gustó el olor del agua estancada".

Entonces, llamame si sos de las primeras o si llegaste a ese estado. Sino no.